En el ensayo sobre las vocales labiales vimos como todas las vocales tienen un valor geométrico metafórico, este valor ha contribuido a la formación de los vocabularios y por tanto de los objetos míticos. El mito se desnuda un poco bajo la luz de las vocales labiales.
Estudiamos en primer lugar la vocal a, que manifiesta una superficie plana.
Para los hititas agua=watar. En el nahuatl, la lengua de los aztecas, la palabra agua era atl. Para los sumerios agua=a. Para los mayas agua era también a; coincidencias de este tipo en lenguas tan dispares son muy significativas. En sánscrito agua=jalam. En guanche, lengua extinguida cuyo ascendiente es líbico-bereber, agua=aala. Agua es la superficie esencialmente plana.
Para expresar el concepto cielo la idea geométrica más ideal es la expresada por la raíz vocálica a. Las superficies terrestres y acuáticas son transpuestas a una superficie celeste —como es abajo es arriba. En sumerio an=cielo. En sánscrito cielo=swarga. En arabe cielo=sma; mar=bahr; agua=ma. Entre los masai cielo=ngai. En inglés cielo=sky (skai). En maya cielo=caan. En guanche cielo=ataman. Los objetos míticos agua, tierra y cielo son fácimente deificables. Para los polinesios el Cielo es Rangi; el dios del mar, de la luz y de la vida es Tagaora, Tangaloa o Ra.
En el dórico y en el eólico la tierra es γα (ga); en el jónico poético es γαια (gaia); Gaia es nombre que designa a la Tierra personificada. En el céltico magh=llanura; landa=lugar llano y desierto. En vasco landa=campo; larre=prado; lau=llano. Para los mayas tierra era cab. En quechua pampa=campo raso; chacra=campo sembrado; la palabra cancha=recinto suele emplearse en el español de América con el sentido de lugar llano o desembarazado. Con la palabra caribe sabana se designa una vegetación típica de una determinada llanura. En inglés campo=country (kÙntri). En guanche tierra=ahuar; maja=meseta; taburiente=llano; tafana=cosa plana y dura. En sánscrito tierra=mahim, vasudhā.
Analizando la raíz vocálica a de diversas divinidades podríamos discernir su origen. Para los latinos Maya era la diosa que proporcinaba fertilidad y vida a los seres, siendo la encargada de la fecundidad de la tierra; en ocasiones se la confunde con la propia Tierra. Según la mitología védica Maya es la parte femenina de Brahm. Ma era una de la divinidades que formaban el cortejo de Rea, los lidios adoraban con este nombre a la propia Rea. Isis, la principal diosa de los egipcios, es llamada Ast. Maut en egipcio significa madre, en su condición de madre del Sol simboliza el cielo en el que el astro se renueva diariamente. Maa era una diosa del Ponto y de Capadocia que personificaba a la naturaleza fecundante. Para los antiguos finlandeses Maa era una diosa que representaba a la Madre Tierra. Maat era una divinidad egipcia hija del Sol. En Méjico Tazi era una diosa identificada con la Tierra. Para los polinesios la Tierra es Papa.
La palabra madre tiene en numerosas lenguas la raíz vocálica a; en este caso se debe de haber dado una metáfora, una traslación entre el concepto de la Madre Tierra (la tierra generadora) y la hembra que concibe. En vasco madre=ama. En la India tenemos la palabra amma. En tuareg, lengua bereber, madre=ma/matt. En latín tenemos la forma mater. En quechua mama es madre, compárese con las formas romances mama o mamá en español, mamãe en portugués, maman en francés y mamma en italiano.
En el latín la a es la terminación del nominativo singular de la primera declinación, que comprende a substantivos del género femenino; sucede algo parecido con la primera declinación del griego clásico. En varias lenguas romances la terminación a expresa el género femenino. A la segunda declinación del ruso pertenecen los substantivo femeninos acabados en a y en ja. En el árabe la terminación femenina es at. De lo antedicho se deduce que este sufijo procedería de la raíz vocálica que es aplicada a la Madre Tierra.
¿Sería la interjección exclamativa ¡ah!, habitual en las lenguas indoeuropeas, una antigua invocación a la Madre Tierra?
En las mitologías indoeuropeas encontramos que la raíz vocálica a, formando la sílaba ra, en ocasiones indica divinidades celestes: Urano (ούρανός) en Grecia, que significa específicamente cielo o firmamento; en la India Indra es el rey del cielo, y también tenemos a los dioses Rama, Brahma, Rudra, Hara y Nataraja (sobrenombres de Shiva), Narayan (sobrenombre de Vishnu); entre los persas encontramos a Mithra, a Sraocha y a Rachnú, y la palabra que designaba genéricamente a dios era Ahura. Además en Egipto Ra era la figura principal de su panteón.
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Estudiamos ahora la vocal o, que manifiesta un círculo.
En holandés sol=Zon. En ruso sol=solnce. La raíz vocálica o al representar el disco solar a menudo se emplea para designar dioses con atribuciones solares. Jopri era una divinidad del sol en la mitología egipcia. Moloc era un dios de los amonitas, se lo identifica con el sol. Para los aztecas el sol era Tonatiuh; Xolotl era una divinidad identificada con el sol naciente. Para los chibchas el sol era Bochica. Para los antiguos egipcios el sol se denominaba On; con esta palabra se referían también a la ciudad que los griegos llamaron Heliópolis (la ciudad del sol). Para los fenicios Chon era una advocación de la divinidad solar Baal. En la mitología egipcia Chons es el hijo de Ammón. En Palmira (Siria) el dios de origen semita Baal (señor) era llamado Bol. Para los cananeos y los fenicios Mot era el dios del sol meridiano. Para los escandinavos el sol era el ojo de Odín (dios que entre los germanos del Sur era llamado Wotan); por otra parte el hijo de éste se llamaba Thor (Donar para los germanos sureños). Entre los eslavos Khors era el nombre de la divinidad solar.
En todas las mitologías el atributo principal de la divinidad es la luz que irradia, así pues la raíz vocálica o con el valor de sol puede emplearse metonímicamente para hacer referencia a dios. Nuestra palabra dios es de origen indoeuropeo y significa luminoso. En griego Διός (Dios) es el genitivo irregular de Zeus; asimismo en latín Iovis es el genitivo irregular de Iuppiter. Pudiera ser que la evolución de ambos genitivos se fundase en que lo más propio del dios padre son sus atributos solares.
En griego φως (fôs) significa luz, especialmente la del sol, y φωστήρ (fōster) significa astro luminoso. Asimismo φοιβος (Foibos), el luminoso, es un epíteto del dios Apolo, que se considera una divinidad solar. Una palabra semejante, Phobos, se aplicaba a un doble de Ares. En el sánscrito, una lengua indoeuropea, el signo On (onskara) simboliza a Brahma, el principio creador. En caló, lengua que procede de la India, dios=debel, pero además existe la forma ondebel, que podría ser descompuesta en dos elementos: on-debel; también en caló dios=ostebé. En ruso dios=bog. En alemán dios=Gott.
La o es una terminación masculina para el dativo y el ablativo singulares de la segunda declinación latina. En varias lenguas romances es el sufijo masculino. En el griego clásico la o es el artículo demostrativo masculino; además el sufijo os es propio de adjetivos y substantivos de ese género. En este caso el sufijo procedería de la raíz vocálica que es aplicada al sol, la entidad masculina que fertiliza la tierra.
En cuanto a la interjeción ¡oh!, ¿no podría ésta indicar una antiquísima invocación al sol?
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La vocal labial e indica recinto, la morada de alguien, es el rectángulo, lo que contiene otra cosa. Su valor original metafórico bien podría ser el de casa.
En el antiguo egipcio habitación=het; casa=per; en la escritura jeroglífica egipcia la casa se representaba con un simple rectángulo que tenía un corte que simbolizaba una puerta. En hebreo bet, zebul=casa. En el turco, lengua del grupo lingüístico altaico, casa=ev. En vasco casa=etxe; habitación=gela; ventana=leiho; recinto=hersgume; tejado=teilatu. En caló casa=que, quer; habitación=quel. En sumerio e, exe=casa, templo.
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