viernes, 16 de septiembre de 2011

El mito y las vocales labiales

En el ensayo sobre las vocales labiales vimos como todas las vocales tienen un valor geométrico metafórico, este valor ha contribuido a la formación de los vocabularios y por tanto de los objetos míticos. El mito se desnuda un poco bajo la luz de las vocales labiales.

            Estudiamos en primer lugar la vocal a, que manifiesta una superficie plana.

Para los hititas agua=watar. En el nahuatl, la lengua de los aztecas, la palabra agua era atl. Para los sumerios agua=a. Para los mayas agua era también a; coincidencias de este tipo en lenguas tan dispares son muy significativas. En sánscrito agua=jalam. En guanche, lengua extinguida cuyo ascendiente es líbico-bereber, agua=aala. Agua es la superficie esencialmente plana.

Para  expresar el concepto cielo la idea geométrica más ideal es la expresada por la raíz vocálica a. Las superficies terrestres y acuáticas son transpuestas a una superficie celeste —como es abajo es arriba. En sumerio an=cielo. En sánscrito cielo=swarga. En arabe cielo=sma; mar=bahr; agua=ma. Entre los masai cielo=ngai. En inglés cielo=sky (skai). En maya cielo=caan. En guanche cielo=ataman. Los objetos míticos agua, tierra y cielo son fácimente deificables. Para los polinesios el Cielo es Rangi; el dios del mar, de la luz y de la vida es Tagaora, Tangaloa o Ra.

En el dórico y en el eólico la tierra es γα (ga); en el jónico poético es γαια  (gaia); Gaia es nombre que designa a la Tierra personificada. En el céltico magh=llanura; landa=lugar llano y desierto. En vasco landa=campo; larre=prado; lau=llano. Para los mayas tierra era cab. En quechua pampa=campo raso; chacra=campo sembrado; la palabra cancha=recinto suele emplearse en el español de América con el sentido de lugar llano o desembarazado. Con la palabra caribe sabana se designa una vegetación típica de una determinada llanura. En inglés campo=country (kÙntri). En guanche tierra=ahuar; maja=meseta; taburiente=llano; tafana=cosa plana y dura. En sánscrito tierra=mahim, vasudhā.

Analizando la raíz vocálica a de diversas divinidades podríamos discernir su origen. Para los latinos Maya era la diosa que proporcinaba fertilidad y vida a los seres, siendo la encargada de la fecundidad de la tierra; en ocasiones se la confunde con la propia Tierra. Según la mitología védica Maya es la parte femenina de Brahm. Ma era una de la divinidades que formaban el cortejo de Rea,  los lidios adoraban con este nombre a la propia Rea. Isis, la principal diosa de los egipcios, es llamada Ast. Maut en egipcio significa madre, en su condición de madre del Sol simboliza el cielo en el que el astro se renueva diariamente. Maa era una diosa del Ponto y de Capadocia que personificaba a la naturaleza fecundante. Para los antiguos finlandeses Maa era una diosa que representaba a la Madre Tierra. Maat era una divinidad egipcia hija del Sol. En Méjico Tazi era una diosa identificada con la Tierra. Para los polinesios la Tierra es Papa.

La palabra madre tiene en numerosas lenguas la raíz vocálica a; en este caso se debe de haber dado una metáfora, una traslación entre el concepto de la Madre Tierra (la tierra generadora) y la hembra que concibe. En vasco madre=ama. En la India tenemos la palabra amma. En tuareg, lengua bereber, madre=ma/matt. En latín tenemos la forma mater. En quechua mama es madre, compárese con las formas romances mama o mamá en español, mamãe en portugués, maman en francés y mamma en italiano.

En el latín la a es la terminación del nominativo singular de la primera declinación, que comprende a substantivos del género femenino; sucede algo parecido con la primera declinación del griego clásico. En varias lenguas romances la terminación a expresa el género femenino. A la segunda declinación del ruso pertenecen los substantivo femeninos acabados en a y en ja. En el árabe la terminación femenina es at. De lo antedicho se deduce que este sufijo procedería de la raíz vocálica que es aplicada a la Madre Tierra.

¿Sería la interjección exclamativa ¡ah!, habitual en las lenguas indoeuropeas, una antigua invocación a la Madre Tierra?

En las mitologías  indoeuropeas encontramos que la raíz vocálica a, formando la sílaba ra, en ocasiones indica divinidades celestes: Urano (ούρανός) en Grecia, que significa específicamente cielo o firmamento; en la India Indra es el rey del cielo, y también tenemos a los dioses Rama, Brahma, Rudra, Hara y Nataraja (sobrenombres de Shiva), Narayan (sobrenombre de Vishnu); entre los persas encontramos a Mithra, a Sraocha y a Rachnú, y la palabra que designaba genéricamente a dios era Ahura. Además en Egipto Ra era la figura principal de su panteón.

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Estudiamos ahora la vocal o, que manifiesta un círculo.

En holandés sol=Zon. En ruso sol=solnce. La raíz vocálica o al representar el disco solar a menudo se emplea para designar dioses con atribuciones solares. Jopri era una divinidad del sol en la mitología egipcia. Moloc era un dios de los amonitas, se lo identifica con el sol. Para los aztecas el sol era Tonatiuh; Xolotl era una divinidad identificada con el sol naciente. Para los chibchas el sol era Bochica. Para los antiguos egipcios el sol se denominaba On; con esta palabra se referían también a la ciudad que los griegos llamaron Heliópolis (la ciudad del sol). Para los fenicios Chon era una advocación de la divinidad solar Baal. En la mitología egipcia Chons es el hijo de Ammón. En Palmira (Siria) el dios de origen semita Baal (señor) era llamado Bol. Para los cananeos y los fenicios Mot era el dios del sol meridiano. Para los escandinavos el sol era el ojo de Odín (dios que entre los germanos del Sur era llamado Wotan); por otra parte el hijo de éste se llamaba Thor (Donar para los germanos sureños). Entre los eslavos Khors era el nombre de la divinidad solar.

En todas las mitologías el atributo principal de la divinidad es la luz que irradia, así pues la raíz vocálica o con el valor de sol puede emplearse metonímicamente para hacer referencia a dios. Nuestra palabra dios es de origen indoeuropeo y significa luminoso. En griego Διός (Dios) es el genitivo irregular de Zeus; asimismo en latín Iovis es el genitivo irregular de Iuppiter. Pudiera ser que la evolución de ambos genitivos se fundase en que lo más propio del dios padre son sus atributos solares.

En griego φως (fôs) significa luz, especialmente la del sol, y φωστήρ (fōster) significa astro luminoso. Asimismo φοιβος (Foibos), el luminoso, es un epíteto del dios Apolo, que se considera una divinidad solar. Una palabra semejante, Phobos, se aplicaba a un doble de Ares. En el sánscrito, una lengua indoeuropea, el signo On (onskara) simboliza a Brahma, el principio creador. En caló, lengua que procede de la India, dios=debel, pero además existe la forma ondebel, que podría ser descompuesta en dos elementos: on-debel; también en caló dios=ostebé. En ruso dios=bog. En alemán dios=Gott.

La o es una terminación masculina para el dativo y el ablativo singulares de la segunda declinación latina. En varias lenguas romances es el sufijo masculino. En el griego clásico la o es el artículo demostrativo masculino; además el sufijo os es propio de adjetivos y substantivos de ese género. En este caso el sufijo procedería de la raíz vocálica que es aplicada al sol, la entidad masculina que fertiliza la tierra.

En cuanto a la interjeción ¡oh!, ¿no podría ésta indicar una antiquísima invocación al sol?

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            La vocal labial e indica recinto, la morada de alguien, es el rectángulo, lo que contiene otra cosa. Su valor original metafórico bien podría ser el de casa.

En el antiguo egipcio habitación=het; casa=per; en la escritura jeroglífica egipcia la casa se representaba con un simple rectángulo que tenía un corte que simbolizaba una puerta. En hebreo bet, zebul=casa. En el turco, lengua del grupo lingüístico altaico, casa=ev. En vasco casa=etxe; habitación=gela; ventana=leiho; recinto=hersgume; tejado=teilatu. En caló casa=que, quer; habitación=quel. En sumerio e, exe=casa, templo.

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La raíces vocálicas también pueden combinarse y dar lugar a nuevas metáforas. Ea es una divinidad marina de los sumerios, su nombre es una combinación de dos palabras: e=casa y a=agua. En latín diosa se dice dea y tierra es Terra, en griego diosa es thea, además en el panteón helénico las siguientes diosas repiten una misma construcción vocálica (e-a): Hera; Hécate,  una divinidad infernal; las titanes Teia (la madre de Helios) y Rea (se dice que esta diosa representaba a la Tierra generadora); Hestia o Vesta, que además de ser una diosa del fuego también se la ha identificado con la Tierra. Entre los griegos la palabra εα (ea) es una interjección de asombro. El nombre original de Grecia es Helas; existe también una divinidad del infierno escandinavo que se llama Hela. Entre los celtas Ertham era una diosa de la Tierra. Elat a su vez era una diosa cananeofenicia. Para los caldeos dios era Elah. Estas coincidencias pudieran indicar que en un principio una sola diosa que representaba a la Madre Tierra se fue escindiendo progresivamente, dando una misma raíz vocálica a las demás diosas. En estos ejemplos la combinación e-a metafóricamente sería casa-tierra, que forma una metonimia al hacer referencia a la morada de la divinidad a la que se alude. 

De manera similar la combinación vocálica e-o (casa-sol) podría designar una genealogía solar. En la mitología griega Helios=Sol; Eros, quien atrajo y conformó los elementos primordiales; Ceos, hijo del Cielo y de la Tierra, padre de Leto, la madre de Apolo, que nació en una isla llamada Delos; Delfo, hijo de Apolo; Delfos era el nombre del más famoso santuario consagrado a este dios. En el griego φέγγος (feggos) significa luz, especialmente del sol; dios es Theos; la diosa que representa a la aurora es Eos, del griego εως=aurora, alba; la interjección ευοι (eyoi) es el grito que proferían las bacantes. También hallamos esta combinación vocálica en otras lenguas. En hebreo dios se dice Elohim, forma plural de Eloah. Elyón es un adjetivo hebreo que significa elevado, supremo; con él se designaba a dios. Edom era una divinidad del Próximo Oriente. Edonio o Edón era un sobrenombre del dios Baco. Para los aztecas dios=teotl. Entre los guanches zeloy=sol.

Podríamos deducir también que la combinación vocálica (a-o) equivale a cielo-sol, y que hace referencia a la divinidad que se encuentra en el círculo del cielo, en el disco solar. En la mitología caldea Ao es la luz e inteligencia del mundo. Para los dorios, habitantes de un país de la antigua Grecia, Ao era el nombre con que designaban a Adonis. La divinidad griega Apolo era un dios solar. Para los egipcios Atón era un dios directamente identificado con el disco solar. Adón personifica el curso periódico del sol en la mitología fenicia. Se dice que el Adonis griego deriva del Adón fenicio; entre los latinos Adonis también era conocido con el nombre de Adón. En Tarso (Asia Menor) se adoró un dios llamado Sandon. Mansol era una divinidad solar en la mitología caldea. Baal era un dios solar de la fecundidad en el Proximo Oriente, los fenicios y los cartagineses también lo llamaban Hamón. Ammón es el nombre que los griegos le dieron al dios egipcio Amen (oculto, misterioso), divinidad que simboliza la capacidad vivificadora del sol. En griego Βάκχος (Bacjos) es Baco, dios conocido también con el sobrenombre de Iaco. Dagón era la divinidad principal de los filisteos. Asimismo los hebreos llamaban a su dios Adonai, que es plural de Adón (señor) con la categoría de los plurales mayestáticos. Hamoys es el sobrenombre del dios escandinavo Thor. En arameo dios es Alloho. En guanche dios=abora, acoran, althos; Magio era un espíritu hijo del sol; alio era un nombre del propio sol.

Las combinaciones vocálicas pueden servir originalmente para formar cualquier tipo de metáfora. En latín la palabra de la que procede ombligo es umbilicus, que podríamos descomponer en dos partes umbi-licus, formándose una combinación con las raíces vocálicas u-i, una concavidad que de alguna manera está relacionada con algo estrecho. Tenemos en efecto que en el latín umbo=abolladura, ombligo, y que licium=hilo, hebra fuerte. La u representa un concavidad y la i una figura estrecha.

Las vocales labiales dan pie a un método de estudio semántico alternativo, mediante él podemos obtener curiosos resultados que pueden acrecentar nuestro conocimiento efectivo del lenguaje. Yo sólo he dado el primer paso.

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