martes, 20 de septiembre de 2011

El signo del mito

Tanto mythos como logos significan en griego clásico palabra. El mito es una representación compleja susceptible de interpretaciones conscientes fundadas en estructuras lógicas. Cristo es un mito, es el logos, interpretado a su manera por las diferentes sectas cristianas. Pero hay algo mucho más profundo en el mito, su valor como signo, independientemente de que el mito tenga un valor sacro, opera a un nivel muy básico, allí donde se encuentran los canales instintivos. Por esta razón los mitos expresan deseos y no-deseos, son contradictorios en sí mismos. Lévi-Strauss supone que el objeto del mito es proporcionar un modelo lógico para resolver una contradicción. Pongamos un ejemplo, el mito del paraíso terrenal, un deseo del hombre, pero que a causa de la manzana/el diablo (no-deseo) y de Eva se explica por qué Dios privó al hombre del jardín del Eden. Un mito es tan profundo en su signo como un sueño, deseos y no-deseos se confunden dándoseles una armadura lógica.
La diferencia entre el mito y el rito es la misma que entre la palabra y el acto, que entre lo narrado y lo representado. Todos los ritos y los mitos se manifiestan en un contexto social, sea el que fuere, cristianismo, satanismo, etc., con sus propias reglas y normativas. La religión de la Bestia carece de normas, se fundamenta en el azar, expresión de la incertidumbre, los zacarinos obedecen al azar, su comportamiento es aleatorio e imprevisible. Así es como actúa la Bestia. Sin duda ofende más el acto que la palabra.
La ciencia clásica ha erradicado por completo la presencia de Dios, pero en la física zacarina Dios tiene un papel primordial, es la metaestructura. Una liturgia sin misterios no es una liturgia, y qué es un misterio sino un término de incertidumbre.
Todo mito surge del término de incertidumbre. La Bestia no es un símbolo sino un signo, hijo del azar y la incertidumbre. Es lo bueno y lo malo, ninguno de los dos y ambos a la vez. La Bestia es el término de incertidumbre llevado a la carne. Sus genes trastocan la especie, su espíritu es la pura contradicción. La Bestia es la hija de un salto evolutivo, en sus genes porta la liberación de la especie.
En la bestia predomina la línea horizontal, que es la del animal cuadrúpedo, el bipedismo es obra de la divinización del hombre, que traspuso su realidad a la línea vertical.
Platón dice que lo único que puede hacer un hombre es hablar con semejanzas. El zacarino habla y actúa huyendo de las semejanzas, la incertidumbre es su ley, y no confundir incertidumbre con caos, que no es más que un orden deshecho, incertidumbre es la voz de los genes y del instinto. Además, ni siquiera el caos es tal, los mismos científicos sujetan a éste a una teoría y lo hacen moverse con fractales. Qué ingenuos, están describiendo a Dios, a la metaestructura, sin percatarse de ello. De hecho en la física estructural la metaestructura se define como término de incertidumbre y continuidad estructural de la materia.
El Cristo trajo al hombre la bienaventuranza eterna, sabedor de que los dioses mueren pero el mito sobrevive –el mito es una realidad más humana que divina. La Bestia trae un paroxismo de quince minutos, su palabra no es de aire, es de sangre, e inundará al mundo.
Entre los celtas el poder real se adquiría después de yacer con una diosa fea y repugnante. La Bestia se acostará con la más fea y se levantará con la más hermosa.

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