martes, 6 de septiembre de 2011

Principio de simplicidad

              El Mestaestructuralismo plantea que las cosas son muy simples desde cierta perspectiva a pesar de la complejidad aparente, a esto es lo que denomino principio de simplicidad (PS). La ciencia es simple porque es estructural, por tanto bipolar, y se refiere siempre a una masa absoluta. Esta es la base física, que da en substancia la base de cualquier tipo de estructura.
             En la FE el PS se define alegando que una estructura existirá sólo con la mínima cantidad de límites estructurales necesarios —los elementos que formen límites superfluos serán extraordinarios y tenderán a desaparecer.
Como se observa en la FE el principio de incertidumbre físico es consecuencia del comportamiento magnitudinal de las masas, este principio es aproximable al término de incertidumbre, al azar, que rige la metaestructura. Lo que en física clásica viene a complicarlo todo en la FE es un elemento armónico. La estructura es simple, es bipolar, pero la metaestructura es complejísima e imprevisible, azarosa, abarcando todos los valores posibles o ninguno. Somos seres de estructura simple y metaestructura compleja —lo complejo es la relación sígnica entre las diferentes estructuras.
La metaestructura, resumible en término de incertidumbre y continuidad estructural, es hija del PS. No hay nada más simple que el azar ni nada más complejo. Habría que hablar de relativismo estructural. La propia definición del término de incertidumbre encierra azar. Un fenómeno o un ser puede ser complejo o simple, dependiendo de la perspectiva, del relativismo estructural. Desde la metaestructura, aproximación a la masa cinética y a la función sígnica, es complejo, desde la estructura, aproximación a la masa estática y a las polaridades, es simple.
La naturaleza se manifestará siempre de la manera más simple posible. Un ejemplo: En la naturaleza no existen proteínas dextrógiras, sin embargo en el laboratorio químico al sintetizar moléculas se obtienen por igual las moléculas levógiras y dextrógiras. El PS se expresa a través de la continuidad estructural de la materia, el movimiento levógiro informa en este caso de la polaridad cinética de las moléculas, sólo cuando son tratadas en el laboratorio y se las fuerza a sintetizarse se crea azar, de ahí que giren en ambos sentidos.
La aplicación epistemológica del PS ya existe, se denomina cuchilla de Occam. Pero el PS no sólo dice que la mejor teoría es la más sencilla, dice que las cosas se manifiestan siempre de la manera más sencilla posible. Algunos dirán que el metaestructuralismo es excesivamente reduccionista, pero no es cierto, el metaestructuralismo no niega la complejidad, pero la clarifica. El metaestructuralismo es la tesis más sencilla de explicar la realidad, como nos lo demuestra la FE y la antropología metaestructural.
Todas las teorías del metaestructuralismo se rigen por el PS, y son por tanto formadas por estructuras bipolares. Es el caso de los canales instintivos y de la FE. Como ya cito en un ensayo la bipolaridad es universal. El PS puede y debe ser usado como un elemento que englobe a todas las ciencias.
            La semiótica es la teoría de los signos en lógica formal. A través del PS soy capaz de distinguir lo que es un signo real de lo que no lo es, de lo que es un mero símbolo; de esta manera a continuación es posible aplicar una correcta semiótica. Es decir, desentrañar lógicamente las relaciones que existen entre los signos y las resultantes de su combinación. Hallo  pues la correcta metaestructura o estructura trascendente. La lógica difusa abarcante es la clave que va a identificar la realidad física, desenmarañándola de la antrópica.
            La vida surge de la continuidad estructural de la materia, la cual varía merced a la metaestructura. La selección natural de las especies se realiza a través del PS, que define a las mutaciones genéticas como procesos regidos por el término de incertidumbre. El azar es lo más simple o lo más complejo, es la expresión antrópica del término de incertidumbre. Los procesos evolutivos siguen un algoritmo, pero es un algoritmo regido por la lógica difusa abarcante, es decir, los signos que delimitan las propiedades de los seres son ambiguos y forman parte de la metaestructura, están más allá de la substancia y de la forma.
         La forma más simple de reproducirse es la asexualidad, se plantea pues por qué ha de surgir la sexualidad, que es un salto muy costoso, a pesar de las claras ventajas que presenta a largo plazo. La asexualidad es lo más básico, y surge por el PS, pero la evolución como todo proceso físico se basa en la lógica difusa abarcante, con los dos sexos existe el término de incertidumbre en su manera más simple. El PS rige todo proceso físico, con la sexualidad se crea azar al nivel más básico.
              Hay rasgos evolutivos neutros, como el bipedismo, que ni perjudican ni favorecen de manera inmediata la evolución, que se convierten con el tiempo en rasgos negativos o positivos. La evolución no funciona mediante una lógica causal determinista o aleatoria, sino por la lógica difusa abarcante, es una proyección de la metaestructura vital.
Ciertos elementos químicos pudieron crear por sí mismos una estructura más compleja que la de las estructuras propiamente físicas, la estructura orgánica. La vida es la manifestación de la continuidad estructural de la materia a un nivel superior al atómico, creándose sistemas con una ld y una lc dinámicas, todo lo contrario de las estructuras atómicas, cuyas leyes estructurales son estáticas, dependen casi exclusivamente de la posición. En las estructuras vivas las leyes estructurales no se manifiestan sólo localmente, sino a nivel de la entidad viva, creando azar en la superficie del ser; por así decirlo la vida es la manifestación en la superficie del ser del término de incertidumbre, es una exteriorización de la metaestructura. La conciencia del ser, de la que tanto nos jactamos, no es más que la expresión antrópica de la metaestructura. Somos un azar incrustado en  la continuidad estructural de la materia.
En las unidades biológicas parecen existir disposiciones estructurales básicas. La célula es una estructura condensativa, el ADN está constituido por una doble hélice, es decir, por una disposición dispersiva de una polaridad vertical y de otra horizontal.
La simetría que vemos en física, y consecuentemente en zoología, es una manifestación bipolar de la estructura en seres macroestructurales. La naturaleza es como un rompecabezas binario, por muy compleja que ésta sea sus mosaicos son sólo dos repetidos hasta la saciedad, y todo tipo de interacciones, incluso las más complejas, se realizan a través de procesos bipolares. Ejemplo es la electricidad, donde existen cargas positivas y negativas.
La FE nos enseña que la unidad y la infinitud son parejas. Es consecuencia de la noción de ma, que expresa la unidad en convergencia con la infinitud del universo. Toda medida sólo es válida si se considera en el continuo que es el universo, que es definido en FE por el número 1. Geométricamente tenemos que una recta es un conjunto infinito de puntos, una curva es conjunto infinito de rectas. Matemáticamente el signo no expresa infinitud, expresa el conjunto de todos los números, pero todos los números están contenidos en un solo número, están contenidos en la unidad, de ahí que el 1 sea verdaderamente el infinito, porque todos los demás números se aproximan a él. Los autores clásicos solían negar que el 1 fuera número, por lo que los números empezaban en el 2. La unidad 1, era más bien el origen del número, el origen y su fin, cabría decir. Es una consecuencia del PS, del término de incertidumbre que conforma la matemática, la cantidad que equivale a todo es 1,  pero también es nada si se negativiza, es ambos términos o ninguno, la infinitud no es más que una aproximación al término de incertidumbre, a la metaestructura, expresando la continuidad universal y estructural de la materia. Metaestructuralmente 1 y 0 forman parte del mismo término de incertidumbre, son números absolutos, el resto de los números son relativos, y sólo tienen valor magnitudinalmente, y cómo ya vimos en la FE la magnitud es una realidad antrópica.

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